5 Haced imágenes de vuestros tumores y de vuestras ratas que
devastan el país y dad gloria al Dios de Israel. Acaso aligere su mano de
sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra.
6 ¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron
su corazón los egipcios y Faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después
que Dios los hubo maltratado?
7 Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que
estén criando y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y
haréis volver sus becerros al establo.
8 Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre la carreta. Cuanto a
los objetos de oro que le habéis ofrecido como reparación, los meteréis en
un cofre a su lado, y la dejaréis marchar.
9 Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que
nos ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos que no ha sido
su
mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha sucedido por
casualidad.»
10 Así lo hicieron aquellos hombres: tomaron dos vacas que estaban
criando y las uncieron a la carreta, pero retuvieron las crías en el establo.
11 Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el cofre con las
ratas de oro y las imágenes de sus tumores.
12 Tomaron las vacas en derechura por el camino de Bet Semes y
mantuvieron la misma ruta; caminaban mugiendo, sin desviar ni a derecha
ni a izquierda. Los tiranos de los filisteos las siguieron hasta los confines de
Bet Semes.
13 Estaban los de Bet Semes segando el trigo en el valle, y alzando la
vista vieron el arca y fueron gozosos a su encuentro.
14 Al llegar la carreta al campo de Josué de Bet Semes, se detuvo;
había allí una gran piedra. Astillaron la madera de la carreta y ofrecieron
las vacas en holocausto a Yahveh.
15 Los levitas bajaron el arca de Yahveh y el cofre que estaba a su
lado y que contenía los objetos de oro, y lo depositaron todo sobre la gran
piedra. Los de Bet Semes ofrecieron aquel día holocaustos e hicieron
sacrificios a Yahveh.
16 Cuando los cinco tiranos filisteos lo vieron, se tornaron a Ecrón el
mismo día.
17 Estos son los tumores de oro que los filisteos ofrecieron en
reparación a Yahveh: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno
por Gat, uno por Ecrón.
18 Y ratas de oro, tantas cuantas son las ciudades de los filisteos, las
de los cinco tiranos, desde las ciudades fortificadas hasta las
aldeas
abiertas. Testigo, la gran piedra sobre la que se colocó el arca de Yahveh y
que está en el campo de Josué de Bet Semes, hasta el día de hoy.
19 De entre los habitantes de Bet Semes, los hijos de Jeconías no se
alegraron cuando vieron el arca de Yahveh y castigo Yahveh a setenta de
sus hombres. El pueblo hizo duelo porque Yahveh los había castigado
duramente.
20 Dijeron entonces las gentes de Bet Semes: «¿Quién podrá resistir
delante de Yahveh, el Dios Santo? ¿A quién subirá, alejándose de nosotros?
21 Enviaron mensajeros a los habitantes de Quiryat Yearim para
decirles: «Los filisteos han devuelto el arca de Yahveh. Bajad y subidla con
vosotros.»